martes, 25 de octubre de 2011

Nicaragua 2011. Un sueño hecho realidad.

Es difícil recopilar brevemente lo que hemos vivido en nuestra estancia en Nicaragua ya que han sido interminables los momentos que recordamos con cariño. Un mes da para mucho  además de que  con la cantidad de actividades que hemos hecho y las lecciones de la vida que nos hemos llevado al conocer la realidad desde dentro habría para escribir un libro.
Las diferentes jornadas en las que participamos o a las que  al menos tuvimos la oportunidad de asistir nos aportaron mucho a varios niveles. Pocas cosas hay más importantes que la educación a los niños y los esfuerzos de las personas que conocimos en estos días esperemos que  se vean recompensados. Este país en un futuro no será nada si los que ahora son niños no tienen acceso a la formación y a la educación en valores positivos.  La jornada en la que Wilbert puso los videos deparó sorpresas ya que nos abrió a un mundo en el que los niños superando su vergüenza a reconocer las cosas delante  de sus compañeros fueron comentando que sus padres a veces no razonan con ellos sino que directamente les gritan o pegan, es una pena que esto siga ocurriendo, estoy convencido de que más historias desagradables no salieron aquel día pero ocurren igualmente. Son niños a los que les encanta participar aunque a algunos les dé algo de “pena” pero en general se les nota entusiasmo. Notamos que el hecho de que fuéramos la novedad y vengamos de tan lejos les animaba más aún, esperaban mucho de nosotros en cada una de las actividades que realizamos juntos.
También relacionado con las comunidades creo que lo más gratificante que nos hemos llevado de allí ha sido compartir con Yesil, los niños con capacidades diferentes y por supuesto Byron y todos los demás tantos momentos llenos de ternura, risas y descubrimientos. Para algunos de nosotros tratar tan a fondo con niños así y conocer cómo ha de ser su educación o el trato con ellos eran novedades bien distintas respecto a lo que hemos hecho antes en nuestras vidas, de ahí que como personas haya sido lo más bonito y siempre deseáramos ir a Salinas Grandes para cualquier causa ya cayera la más grande de las tormentas estando sin luz o nos tuviéramos que pasar interminables ratos en los autobuses repletos de gente bajo el sol del mediodía. Son de destacar sus esfuerzos para ser amables con nosotros por ejemplo con la comida que es el caso más claro, la verdad es que son gente muy noble, con mucho sentido de la diversión y de ser feliz aunque mucha gente en España no entienda que se puede ser feliz en sitios así. Los momentos de jugar al fútbol improvisadamente aunque acabáramos sudando más que nunca o los ratos de baño en el manglar jugando con los jóvenes no tienen precio.
Los días que tocaba laboratorio también nos aportaron conocimientos sobre todo de la realidad que de eso se trataba la beca, no fueron días que nos cambiaran como persona tanto ni tan inolvidables como estar con los niños de las comunidades pero a su manera también completaron nuestro punto de vista del país. Cuando uno viaja a sitios como Nicaragua y debe valerse en laboratorios tan alejados en materiales de los que frecuentamos aquí al principio se genera  algo de agobio y frustración pero pasado el tiempo te das cuenta de que has aprendido a valerte con menos, a valorar lo que tienes además de comprender que hay gente que hace ciencia con mucho menos de lo que nosotros tenemos y se esfuerzan por hacerlo bien. Igual nosotros aquí  no valoramos los materiales que tenemos en las prácticas de la facultad sin ir más lejos llegando incluso a desperdiciar o tirar cosas que aún están nuevas.
Cuando llegaron los profesores españoles y les ayudamos en su trabajo también recibimos aprendizaje como biólogos y una vez más sobre la realidad. Nos resultó muy chocante que los alumnos a los que iban a impartir el master eran personas más mayores que nosotros, que trabajan incluso  en laboratorios, poseían cierta preparación pero aún así carecían de muchos conocimientos básicos teniéndoles que ayudar con cálculos elementales o costándoles la misma vida entender  las gráficas que fue el caso más llamativo. Algo que hemos notado en toda nuestra estancia es la curiosidad que sienten por nosotros y la sociedad de la que venimos, casi todas las personas que nos hemos cruzado o con las que hemos compartido momentos no se cansaban de preguntarnos sobre España, sobre fútbol o cualquier tema (a veces llamativamente extraños).
Por otro lado están las jornadas en que tocaba acudir al manglar lo que nos sirvió para cambiar de aires y tener contacto con la naturaleza los calurosos días en que acompañamos a los profesores a la reserva. Tener la oportunidad de estar dentro de un ecosistema tan desconocido para nosotros y observar de primera mano su fauna y flora contando además con personas que tenían mucho que enseñarnos sobre ello es algo a valorar, no todo el mundo tiene esa suerte. El día que atravesamos la reserva entera desde Las Peñitas a Salinas Grandes , el prado con troncos fósiles, los caimanes, las aves o el día que hicimos mediciones teniendo que caminar con el barro hasta las rodillas nos aseguraron buenas risas, anécdotas y aprendizaje, que de eso se trataba y bien que lo  apreciamos. Son tantos los momentos que nos despiertan una sonrisa llena de emoción por los recuerdos de este viaje que aunque pase el tiempo estoy convencido de que seguiremos recordándolo todo con la misma emotividad.
Es curioso que hasta las actividades más rutinarias como montarse en autobús o trasladarnos en coche se convirtieran en aventuras que a nuestra gente al otro lado del charco les costara asimilar. Nosotros estábamos tan metidos en el día a día que no es hasta ahora cuando nos damos cuenta de la cantidad de momentos en los que hemos estado en peligro.
Aparte de todas las actividades que día tras día íbamos acometiendo simplemente la vida diaria en León ya era un aprendizaje continuo. Pese a mucho de lo que se dice hemos notado tranquilidad y seguridad, estábamos más tranquilos que en muchos lugares de España la verdad, por supuesto la amabilidad y cariño de la gente ha superado nuestras expectativas, tan acostumbrados que estamos a la vida aquí, donde cada uno va a lo suyo  sin ser tan atentos con gente que ni conoce de nada. Aún al final de nuestro viaje a Nicaragua seguíamos sorprendiéndonos de que nos saludaran por la calle como si lleváramos allí toda una vida y con el trato casi familiar que hemos recibido por la ciudad de León y por los profesores de la UNAN. Es imposible no estar a gusto en un sitio cuando estás tan bien rodeado de gente atenta a tus necesidades.
La verdad es que hemos recibido muchísimo cariño por parte de todo el mundo en toda esta estancia en Nicaragua, eso se nota en que ha pasado algo de tiempo pero seguimos echándonos de menos unos a otros. Esperemos que las iniciativas que hemos vivido desde dentro sigan adelante superando los momentos adversos porque esos jóvenes están mostrando entereza pese a estar en muchos momentos en ambientes que no favorecen poder conseguir sus sueños.

Álvaro Luna, Celeste Santos y Francisco J. Pérez.

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